background: url(URL de la imagen) no-repeat center center fixed; background-size: cover; expr:class='"loading" + data:blog.mobileClass'>

domingo, 15 de diciembre de 2013

Un vano intento de aferrarnos a la realidad

 En la oscuridad acecha una criatura, preparada para abalanzarse sobre ti cuando bajes la guardia; pero tú, inocentemente, te crees a salvo.
 Tú, inocentemente, te crees a cubierto.
 Cometes el error de creer que esa hoguera encendida por ti iluminará cada rincón oscuro, pero no, no es así, siempre quedará algún rincón oscuro donde se resguarde la criatura: ¿qué harás cuando te des cuenta de ello? Permíteme que responda por ti: nada. Apenas tendrías tiempo de reaccionar.
 Tu mirada se perdió entras las lenguas de fuego, danzando, acariciándose entre sí; perdiendo así la noción del tiempo.
 Observé atemorizada como acercabas tu mano derecha a las llamas, sin miedo a quemarte, al fin y al cabo, ya estabas acostumbrada al dolor. “Solo sería un rasguño más, ¿qué más daba?” No, intenté alejar de tu mente aquella voz incitándote a hacerlo y que tú inconscientemente escuchabas, pero la corriente de pensamientos me arrastraba y me alejaba de mi objetivo. Esa maldita criatura estaba ganando terreno. Nada parecía contentarla, nada parecía ser suficiente para ella, solo dolor y más dolor. Una y otra vez arremetía contra ti, y  te volviste a preguntar: “¿qué más daba quemarse con fuego?” Así pues, la sensación de quemazón empezó a recorrer tu cuerpo pero no apartaste tu mano, entendía que era tu manera de intentar desplazar a un lado el dolor psíquico que sentías. Pero ni aun así conseguiste escapar de esa oscura criatura, se encontraba por todas partes, ni siquiera al lado de las llamas te encontrabas a salvo. Ella ocupaba cada rincón de tu mente, de nuestra mente.
  Lo siento, siento haberte fallado pero no sé cómo librarme de ella.
 Cada latido de nuestro corazón nos acercaba más a ella.
 ¿Cómo escondernos de nuestra propia mente?
 Y cuando menos te lo esperas, una nube pasajera descarga toda su furia sobre ti y de pronto, todo se encuentra sumido en la oscuridad. Aterrorizada, noto como el pequeño hilo que te mantenía a flote se rompe.
 ¿Ves? Te lo dije: tú, inocentemente, te creías a salvo.
 Solo sé una cosa y es la siguiente: volverás a caer en el laberinto de sus garras, te preguntarás entonces: ¿cuál camino tomar entonces?” No esperes que haya alguien mostrándotelo, la respuesta solo te la puedes dar tú y solo tú.
 Sinceramente. No sé por qué te estoy contando todo esto si ya apenas me escuchas, soy la pequeña parte racional que aun te queda pero que poco a poco se pierde contigo.

 Me rompe por dentro ver el puzzle de nuestra alma desordenado; y sin embargo, aquí estoy, sin darme por vencida, amarrándote al borde de la realidad. Me niego a perderte. A perdernos.