Por más que lo intentaba no
conseguía encajar todas las piezas, cuando creía haber conseguidos juntar dos,
éstas acababan separándose, no eran las correctas.
Probaba millones de combinaciones, día y noche
mantenía su mente ocupada intentando juntar las piezas. En vano. Nada de lo que
hacía servía.
Una vez creyó haber conseguido encajar todas
las piezas, trataba de convencerse de ello pese a que en el fondo sabía que una
de ellas no estaba en su sitio. Pensó que si ya no volvía a pensar en ello, la
sensación de que algo no iba bien terminaría por desaparecer.
No fue así.
Su alma esparcida en trozos continuaba
deshecha y vacía.
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