Al rebuscar entre una maraña de folios encontré dos poemas. Dichos poemas trajeron a mi memoria un suceso que acaeció tiempo atrás.
Gerardo Diego escribió:
Gerardo Diego escribió:
Habrá un silencio verde
todo hecho de guitarras destrenzadas.
La guitarra es un pozo
con viento en vez de agua.
todo hecho de guitarras destrenzadas.
La guitarra es un pozo
con viento en vez de agua.
A su vez, Federico García Lorca compuso un poema llamado “Las seis cuerdas”:
La guitarra,
hace llorar a los sueños.
El sollozo de las almas
perdidas,
se escapa por su boca redonda.
Y como la tarántula
teje una gran estrella
para cazar suspiros,
que flotan en su negro
aljibe de madera.
¿Me preguntas cuál fue el preciso instante en el que me enamoré de ella? No sabría responderte con exactitud, tal vez cuando la vi sentada en la arena contemplando el atardecer, o quizás fue por como acompañaba tales vistas con los acordes de su guitarra, sus dedos acariciaban las seis cuerdas con extraordinaria agilidad, y sí, digo “acariciaban” porque eso es lo que hacían; no tocaba la guitarra con burdos movimientos carentes de significado, se denotaba en su música una gran explosión de sentimientos. Su mano tejía, como si fuera una tarántula, una canción. La música embotó mis sentidos, como si hipnotizada por ella me encontrase. No pasé simplemente de largo mientras escuchaba alguna que otra nota, no, permanecí allí de pie observando y escuchando.
Desconozco el tiempo que
transcurrió, pero llegado un momento, la música cesó, lo que provocó la
inminente salida de mi ensimismamiento; inmediatamente alcé la mirada y allí
estaba ella, sonriéndome.
Han pasado los años y puedo
afirmar que aún no he olvidado aquella sonrisa. Me reconcome por dentro no haber sido capaz ni tan siquiera de intercambiar alguna palabra con ella. Permanecí allí de pie, viéndola tocar y sonreír.
Así que vuelvo a formularte una
pregunta: ¿es posible señalar que me enamoró con su música?
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